Aunque quizás no conozcas la palabra o no sepas lo que son, lo fatbergs te afectan. Su existencia nos cuesta a los ciudadanos miles de euros anuales, malos olores y muchos otros problemas. Te explicamos qué son los fatbergs y dónde se forman.
Se llama fatberg a los grandes bloques de grasa solidificada, jabones y otros residuos que se acumulan en los colectores de nuestras redes de saneamiento impidiendo la circulación normal de las aguas residuales.
Su nombre proviene de un juego de palabras en inglés, fat:grasa y -berg de Iceberg. Como si fueran icebergs de residuos. Están formados sobre todo por residuos y grasa que se solidifica con la bajada de temperatura y en algunos casos han alcanzado tamaños increíblemente grandes como es el caso de la encontrada en Londres en 2017 que medía 250 metros de largo y pesa el equivalente a 11 autobuses de dos pisos.
Además, básicamente está formada por toallitas higiénicas, condones, pañales, grasas y aceites de cocina que al acumularse y solidificarse alcanzan una gran dureza, casi como si fueran bloques de hormigón, por lo que los trabajos necesarios para eliminarlos son largos y costosos.
En Valencia, por ejemplo, encontraron un fatberg en una inspección rutinaria y los trabajos para deshacerlo y limpiar el colector se alargaron durante 2 años y costaron 10 millones de euros a las arcas públicas.
Es evidente que los fatbergs son acumulaciones muy extremas que es más fácil que se den en lugares con mayor densidad de población, pero aunque no sean tan grandes, hay fatbergs en prácticamente todas las redes de saneamiento del país.
El problema que provocan es evidente: las redes dejan de funcionar como deben hacerlo. Esto conlleva problemas de inundaciones en las calles, malos olores cuando hace mucho calor y la proliferación de ratas y otras plagas. Y en algunos casos provocan graves averías en elementos del sistema, como cuando reventó la depuradora de la Almozara en Zaragoza producto de la acumulación de fibras de toallitas. En este caso, por suerte, no hubo de lamentar víctimas ni vertidos al río, pero si cuantiosos daños materiales.
Y… ¿Dónde está el origen de estos fatbergs? En nuestras propias casas. Cada vez que tiramos por el retrete una toallita, un preservativo, una compresa o un pañal, estamos alimentando el monstruo. Cuando tiramos el aceite usado o los restos de la sartén por la fregadera, lo mismo. Es decir, somos nosotros mismos los que alimentamos al monstruo.
Porque no, no existe ni una sola toallita higiénica, desmaquillante o para bebés que sea biodegradable y no atasque las tuberías. Ya no hablemos de los preservativos, compresas o pañales.
Si además no cuidamos de las cañerías y tuberías de nuestro edificio podemos crear un fatberg en nuestro propio edificio. No será tan grande porque nuestras tuberías tienen un diámetro menor, pero las consecuencias serás las mismas. Y como ocurre con los atascos en las redes públicas, los costes de reparación se sufragan entre todos, sean cuales sean sus hábitos.
Por eso el mantenimiento de las tuberías de nuestros edificios es tan importante, ya que una limpieza periódica nos permite evitar este tipo de atascos y sus desagradables consecuencias.
Si quieres evitarlo, pregúntanos por nuestro servicio de mantenimiento para edificaciones en info@arizonygracia.com