El año pasado, además de nuestro trabajo en las cumbres más emblemáticas del pirineo, tuvimos la oportunidad de participar en una intervención que supone el cierre de una parte de la historia natural de la provincia de Huesca. Una historia triste, pero de la que podemos extraer valiosas lecciones.
En la recta final de 2022, participamos en una intervención muy especial: desmontamos una caja trampa de Ordesa que se colocó para intentar recuperar el bucardo. Es una historia triste que queremos contaros porque supone también una lección para todos y por supuesto, forma parte de la historia natural de Huesca.
El bucardo de los pirineos (Capra pyrenaica pirenaica), era una subespecie de cabra montesa endémica de la cordillera pirenaica, cuyo último refugio fue el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Desde siempre fue un animal muy codiciado por cazadores y esta voracidad sumada a la endogamia de la especie hicieron que desde principios del S XX estuviera en peligro de extinción.
Conscientes de su valor biológico, en los años 90 se inició un plan para evitar su extinción y en 1992 se colocaron en el Parque varias cajas trampa, en zonas de bosques de pino, abeto y hayas, con el objetivo de “atrapar” (sin daño para el animal) ejemplares con los que realizar reproducciones asistidas que permitieran recuperar la especie.
El programa, sin embargo, fracasó debido a que ya era muy tarde para recuperarla y Laña, el último bucardo, murió en el año 2000 a causa de una avalancha de nieve.
Algunas de estas cajas continúan en pie todavía y nosotros nos encargamos de desmontar y trasladar una de ellas desde una ladera de la zona denominada Turieto, para que sea trasladada a Dresden (Alemania) Allí formará parte de una exposición sobre el bucardo y su último reducto.
El bucardo tiene el dudoso honor de ser el primer animal extinto del SXXI e incluso, como dicen, ser el único animal extinto dos veces. Porque años antes de la muerte de Laña, un veterinario experto en cabras, Alberto Fernández Arias, tomó muestras de las células del bucardo que se criogenizaron. Con estas células, años después un grupo de expertos consiguió clonar un bucardo. Sin embargo, el cabritillo murió a los pocos minutos de nacer debido a problemas respiratorios.
La historia del último bucardo, debería concienciarnos de que nuestros ecosistemas son muy frágiles y de que, a menudo, cuando nos decidimos a actuar sobre el problema, ya es demasiado tarde. Así que lo mejor es la prevención y sobre todo el respeto al medioambiente.
Debemos ser conscientes de que el rico patrimonio natural que tenemos en Huesca, nuestros maravillosos paisajes, son parte de un todo en la que cada animal o especie vegetal cuenta. Y que éste nos fue legado por nuestros antecesores y tenemos el deber moral de conservarlo para las nuevas generaciones.