Ya os hemos hablado sobre nuestro compromiso social. Este compromiso es constante y sostenido en el tiempo y por eso hemos sido reconocidos oficialmente. En Arizón&Gracia creemos además que no debemos circunscribirnos únicamente a nuestro trato con proveedores, clientes y trabajadores sino intentar mejorar nuestro entorno.
Este es el origen de nuestra colaboración constante con el Grupo Ornitológico Oscense. Ya os contamos hace poco el trabajo que iniciamos en el muladar del Pico Tiacuto. Y ahora hemos rematado la intervención con la construcción de un nuevo cargadero que es dónde se dan los aportes alimenticios a las aves necrófagas de nuestro entorno. El cargadero, que podéis ver en la foto de debajo, se ha reubicado completamente y se ha procedido a la regularización del terreno para mejorar el control y observación de las aves del entorno.
Optimizar el control que el Grupo Ornitológico Oscense hace de las aves que habitan la zona es muy importante debido al gran valor biológico de la población necrófaga autóctona. En efecto, la Sierra de Guara es uno de los pocos puntos donde se puede ver al Quebrantahuesos, que coexiste con otras aves singulares como el buitre leonado, el milano real, los alimoches, córvidos e incluso se han registrado avistamientos de buitres negros.
Esta diversidad y singularidad de la zona la convierte el muladar del Tiacuto en un punto estratégico para el cuidado y conservación de la riqueza biológica de la provincia. Sobre la importancia de los muladares en general y éste en particular os dejamos unas interesantes palabras escritas por José Ignacio Arizón, uno de los fundadores de Arizón&Gracia y presidente del Grupo Ornitológico Oscense.
Históricamente los muladares han supuesto un punto básico de alimentación para las cuatro especies de aves necrófagas presentes en nuestro país. Reciben su nombre por ser el lugar donde los agricultores y ganaderos podían depositar los cadáveres de los animales muertos, caballos, mulas, etc, para que los buitres y el resto de aves necrófagas realizaran su función sanitaria de forma natural.
Tras su cierre drástico, debido a la crisis de las vacas locas, en Aragon existe hoy en día una red de muladares, comprendida entre 25 y 50, aunque no todos están operativos actualmente.
Este muladar del Tiacuto, situado en el término municipal de Nueno, en Huesca, lleva abierto más de tres años, tras la firma de un convenio del Grupo Ornitológico Oscense y el Inaga, se utiliza como aporte suplementario para estas aves, con aportaciones de entre 300 y 400 kg de alimento por semana.
Estos aportes suponen una pequeña ayuda para las poblaciones principalmente de Buitre leonado (Gyps fulvus), cuya población se estima en la sierra de Guara en aproximadamente 1.250 parejas reproductoras, aunque también es frecuentado por el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), el alimoche común (Neoprhon pernocterus), cuervo (Corvus corax), milano real (Milvus milvus), y milano negro (Milvus migrans). Esporádicamente, también hemos visita del otro gran carroñero ibérico, el buitre negro (Aegypius monachus), especie reintroducida con éxito en los pirineos.
En el caso del alimoche, el más pequeño de los buitres ibéricos, el cierre de los muladares supuso un descenso poblacional del 70% en el valle del Ebro en los últimos 20 años. Actualmente se cifra su población en unas 250 parejas en Aragon, siendo la península ibérica donde reside el 80% de la población europea de esta especie.
También sabemos gracias a los estudios de Rafael Heredia, afamado ornitólogo que nos visitó recientemente en el Tiacuto, de la relevancia de los muladares en la supervivencia y la dispersión de los ejemplares subadultos de quebrantahuesos, lo que unido a los altos niveles de protección y seguimiento de esta especie ha conseguido que pasáramos de una población, de menos de 40 parejas reproductoras en los años 80, a casi 600 ejemplares en el año 2017, entre ejemplares reproductores y subadultos, iniciando su reintroducción en los montes de Cazorla y los picos de Europa, y ya consolidada en los Alpes.
José Ignacio Arizón