Ya os contamos a principios de este año que habíamos estado trabajando en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido retirando una jaula para bucardos. Hoy queremos explicaros algo más sobre la singular y triste historia de Laña, el último bucardo del pirineo que ahora está en Dresden.
Fue en el año 2000 cuando se certificó la muerte del último ejemplar de bucardo del mundo, presumiblemente a causa del impacto de un tronco.
Por su valor biológico, su cuerpo fue conservado mediante taxidermia y hoy es el testimonio visible de una especie extinguida. Ya os explicamos los esfuerzos que se hicieron por intentar conservar la especie, incluso mediante clonación. Para esto se construyeron las jaulas como la que tuvimos que retirar a finales de 2022, para apresar a estos ejemplares sin dañarlos y poder tomar muestras genéticas con las que, casi a la desesperada, revertir la extinción de la especie mediante ingeniería genética.
El cuerpo de Laña está expuesto de manera habitual en el Centro de Visitantes de Torla pero ahora ha viajado al Deutsches Hygiene-Museum de Dresdren en Alemania. Forma parte de una exposición sobre genética que se llama “De los genes y los seres humanos. ¿Quiénes somos y en quién podríamos convertirnos? “
Es la protagonista de una de las 4 secciones debido a que el bucardo es la única especie extinta que volvió a la vida, aunque de forma breve, gracias a la ingeniería genética. Porque efectivamente, en 2003 se consiguió la clonación de un bucardo que falleció a los 7 minutos. Es triste pensar que esta subespecie de la cabra hispánica no pudo salvarse de la extinción, pero quizás por eso precisamente, Laña es un ejemplo de supervivencia. Desde 1998 ella era el único ejemplar de su especie, y, pese a todos los esfuerzos que se hicieron, no pudo recuperarse.
Junto a su cuerpo, se expone también la jaula que retiramos, ya que forma parte muy importante de esta historia de la lucha contra la extinción de una especie, en la que se utilizaron todos los medios disponibles.
La exposición se inauguró el 11 de febrero y está abierta al público hasta el 10 de septiembre, y os animamos a que vayáis a visitarla si tenéis la oportunidad.
Su extinción es una muestra de la dolorosa pérdida de biodiversidad y debe servirnos de aviso de la fragilidad de nuestro ecosistema. También es una llamada de atención para que ahora, intentemos entre todos cuidarlo para que las generaciones futuras no tengan que contemplar más Lañas en exposiciones.