Medio mundo quedó impactado el pasado día 15 de abril contemplando como un gran incendio devoraba la catedral de Notre Dame que fue retrasmitido casi en directo. Aunque las causas concretas aún están por determinar parece claro que el origen del incendio está en los trabajos de restauración que se estaban realizando. Desde Arizón&Gracia insistimos siempre en la seguridad en el trabajo, principalmente por la seguridad de las personas que intervienen en él y también de quienes están cerca de la intervención, pero también por los posibles daños materiales.
En este caso, los daños son incalculables ya que según el primer recuento de daños efectuado por los bomberos, las llamas calcinaron el techo a dos aguas y la estructura de madera de más de mil metros cuadrados de superficie que lo sostenía; la aguja (impactante momento que se pudo contemplar por televisión en todo el mundo) y provocaron indirectamente tres agujeros en la bóveda, el mayor a la altura del crucero. La estructura de piedra calcárea resistió pero es posible que los daños estructurales sean mayores de lo que se cree actualmente.
Aunque exteriormente la mayoría de las catedrales son de piedra, muchas de ellas, como este caso, tienen en su interior una estructura hecha de madera. Además, en muchas de ellas, este tipo de estructuras favorecen la expansión de las llamas.
Por eso, sobre todo cuando se trabaja en edificios de incalculable valor histórico y que por la época en la que fueron construidos tienen muchos elementos inflamables, hay que extremar las precauciones y la seguridad. De momento no hay información sobre la causa exacta, pero en una rehabilitación se emplean muchos elementos susceptibles de causar daños. Por ejemplo, es posible el acopio y la manipulación de materiales combustibles como palés o inflamables como la pintura o disolventes. Y por supuesto, se emplean muchas herramientas. Un cable en mal estado que provoca una sobrecarga, una herramienta de corte que hace saltar una chispa… hay muchas probabilidades de causar daños irreparables.
Como la posibilidad de un incendio en una obra existe, siempre hay que tener un plan de actuación en caso de emergencia. Estos planes de emergencias deben actualizarse según avanza la obra teniendo en cuenta los riesgos que en cada momento puedan desencadenar una emergencia, los medios humanos y técnicos disponibles para hacer frente a la emergencia, la formación (como marca el art.19 de la Ley 31/95) y organización del personal nombrado como equipo de emergencia, y planos con las vías de evacuación.
En Arizón&Gracia, cuando hemos intervenido en rehabilitaciones en edificios de alto valor patrimonial hemos extremado las medidas de seguridad, para garantizar no únicamente no causar daños si no, una vez solucionado el problema que nos ha llevado a intervenir, dejarlo todo como estaba antes. Porque entendemos que el valor del patrimonio, más allá de que pueda reconstruirse como se hará en el caso de Notre Dame, es incalculable.
En este caso no ha habido que lamentar daños personales, pero podría haber sido peligroso para las personas que participaban en las obras y para las miles de personas que estaban cerca, y eso si que no tiene precio ni reparación. La seguridad en el trabajo no es un juego y como os explicamos a menudo, nos cuesta muchísimo dinero a toda la sociedad además de sufrimientos innecesarios.
Desde Arizón&Gracia queremos hacer un llamamiento a todas las empresas y trabajadores: acabemos con los accidentes de trabajo. Por el bien de toda la sociedad.