Hasta que no se prohibió su uso en 2001, el amianto era un elemento común en la construcción. Debido a su versatilidad y su precio, el fibrocemento se convirtió en un material omnipresente en nuestras edificaciones. Uno de los usos más extendidos de la Uralita (nombre comercial por el que es más conocido el fibrocemento en España) eran las chapas onduladas para cubiertas y las tuberías.
Muchos de los trabajos que como especialistas en desamiantado hacemos en Arizón&Gracia son precisamente la retirada de estas tuberías. Que debe hacerse por personal debidamente preparado y protegido para ello y con una herramienta especial de corte de tubos de amianto.
De hecho, según datos de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS), unos 40.000 kilómetros de redes de agua potable están fabricadas con fibrocemento. Suponen el 20% del total que hay en España.
Hay que recordar que el amianto se prohibió puesto que quedo claramente establecida la relación entre la inhalación de las fibras de este material y graves enfermedades que afectan sobre todo a trabajadores que estaban en contacto habitual con el amianto y que han sido reconocidas como enfermedades profesionales. No hay sin embargo, evidencias claras que demuestren prejuicio para la salud por otro tipo de contacto con el amianto, como por ejemplo, bebiendo agua en la que haya fibras.
De hecho, la obligatoriedad de eliminar un elemento de amianto por los peligros que entraña para la salud se da únicamente cuando dicho elemento está deteriorado o cuando ha llegado al final de su vida útil.
La vida útil de una cañería se situa en torno a los 50 años y la mayor parte de nuestra red de agua se construyó entre los años 60 y 70, así que efectivamente podemos afirmar que es muy probable que debido a la fatiga del material haya desprendimiento de fibras y por lo tanto, amianto en el agua que consumimos. En algunos países se han hecho estudios y la cifra más repetida es 1 millón de fibras por litro.
No queremos alarmar a nadie, aunque parezca mucho, se considera un umbral seguro para el consumo y volvemos a repetir, no hay evidencias que relacionen la deglución del amianto con problemas para la salud.
Podemos concluir entonces que no está demostrado que nos afecte consumir agua contaminada con amianto. Sin embargo, cada vez son más los actores sociales que abogan por emplear un principio de precaución: es un material muy nocivo para la salud y cualquier acción que signifique la retirada del mismo no puede ser si no positiva para la sociedad.
De hecho, la Comisión de Medio Ambiente del Congreso aprobó solicitar al Gobierno que realice una auditoría de las tuberías que quedan y elabore un plan para su renovación. Mientras tanto, miles de viviendas siguen consumiendo el agua contaminada.
En Arizón&Gracia pensamos que la salud y la prevención son lo más importante y que no debería quedar ninguna tubería de fibrocemento en nuestro país.
Si crees que las tuberías de tu vivienda pueden estar contaminadas y quieres saber qué puedes hacer, no dudes en ponerte en contacto con nosotros en el 974 218 221 o en info@arizonygracia.com.